Antes de pisar el suelo, sentÃa cómo se quemaban mis plantas.
Y sin dar el primer paso, ya sentÃa dolor.
Lo que descubrà fue que, al rendirme al hecho de no salir ilesa,
el calor del fuego se convirtió en transformación.
Antes de pisar el suelo, sentÃa cómo se quemaban mis plantas.
Y sin dar el primer paso, ya sentÃa dolor.
Lo que descubrà fue que, al rendirme al hecho de no salir ilesa,
el calor del fuego se convirtió en transformación.
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