Eran tus labios en mi pecho,
la voz de tus historias contando tus recuerdos,
las noches de pasión donde nada se hizo esperar,
tu energÃa acogedora,
tu sonrisa al despertar.
Hacerte llegar nunca fue el objetivo,
más bien, que nuestro encuentro permaneciera eterno en los suspiros.
Que las horas pasaran y nunca despertar
del trance en el que tus manos se convertÃan en portal.
Tenerte, acá cerquita mÃo,
adentro de mi cuerpo, sin espera, sin sigilo. Un cÃrculo energético que lleva a explotar cada uno de mis centros.
Me convierto en manantial…
Con los ojos cerrados, estoy nadando en las estrellas.
Me deslumbra este momento; se fueron mis ojos, también mis piernas.
Nada más ahora me queda recordar e imaginar que alguna vez fuimos uno, y ahora…
Ya no estás
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