Entenderte,
sin verte, sin conocerte;
no hacerlo con la mente, sino con el corazón.
Enredarme entre tus letras, tu piel de luna, tus ojos; obra de Dios.
Es tu música la sinfonÃa de mis sueños,
como verte existir dentro de ti plenamente,
aunque no me encuentres, ni escuches mi dulce voz.
La que te recita dentro de mi mente,
que te lee y siente el dolor,
de tu alma enamorada y desconcertada por la vida, por el adiós.
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