Ayer sostuve el sol.
Lo aguardé con un suspiro dentro de mi pecho.
Su resplandor cruzó mi mirada,
pero no lo pude ver.
Ayer vi un atardecer nadando entre el desierto.
De mis párpados caÃan lágrimas que se convertÃan en cristales al besarse con el viento.
Ayer fui el alfarero de la luna, de las mareas nació mi cántaro,
y su forma, del ritmo de mi palpitar.
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