Cuando mi alma fue rasgada, me rendà al dolor al servicio de sentirme libre,
y en el centro de mi ser brotó una flor.
En la savia manando de las grietas,
encontré la fuente de la vida.
A la sombra de un lago, la luz de luna abrÃa la puerta que traspasaba al inframundo.
Hundida en el lodo germinaron las raÃces,
y en la conciliación del fuego abrasador que todo lo quemó,
el amor se convirtió en eternidad:
la resurrección a la sombra de la cumbre.
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